miércoles, abril 19, 2006

LAZYCAT VOLADORA por Harapos

Estábamos en una llanura inmensa sin apenas árboles pero con mucha hierba, algo seca por el verano. En medio de lo que abarcaba la vista estaba nuestra casa, pequeñita, de una planta, muy acogedora.
Paseábamos a su alrededor cuando Lazycat se sacó un paquete de la mochila. Era un globo aerostático automático individual. Te colocabas un arnés, le dabas a un botón, y se inflaba en unos segundos. Lazycat nos preguntó a Adahara y a mí si queríamos probarlo. A ninguna de las dos le sedujo demasiado la idea así que se colocó el arnés ella misma, apretó el botón y mientras se inflaba nos dijo que el globo iba soltando aire poco a poco, así que caería suavemente en algún lugar a unos 20 minutos de donde estábamos, que ya se las apañaria para volver.
Y así fue. Se elevó poco a poco se elevó. Minuto a minuto se la veía más pequeña. Yo tenía miedo y me retorcía las manos porque me daba la impresión de que estaba subiendo demasiado alto. Adahara especulaba acerca de si habría pillado una corriente vertical y entonces oímos que nos decía (en nuestras cabezas) que algo iba mal. De pronto vimos como el globo se deformaba y Lazycat nos explicaba que tenía un escape bastante grande. A lo lejos vimos como el aparato empezaba a girar, como cuando sueltas un globo lleno de aire y sale disparado a propulsión. Venía directo hacia nosotras en una espiral frenética y rapidísima. Adahara corrió a resguardarse en el porche de la casita, y yo quise seguirla pero no podía moverme. Entonces me di cuenta de que estaba atada a una silla que estaba clavada a la tierra. El globo con Lazycat venía rapidísimo y yo no podía hacer nada por evitar el impacto. Pensé que si venía hacia mí quizá podría agarrarla en brazos pero venía muy rápido y en zig zag aleatorio.
En el último segundo el globo giró a mi derecha y cayó. Entonces pude moverme con libertad porque la silla había desaparecido, y fui corriendo hacia donde estaba lazycat, envuelta en telas flaccidas y hablando con Adahara, que ya había llegado a su lado.
Parecía que estaba bien. La ayudamos a levantarse y le preguntamos si le dolía algo.

-No me duele nada, estoy perfectamente pero un poco mareada. Tengo ganas de vomitar.
-Pues vomita, no te aguantes las ganas.

Lo último que le entendí antes de despertarme con mi gato metiéndome los bigotes en la nariz, fue:

-No quiero, que antes me comí un helado de limón, y estaba muy rico.

3 Comments:

At abril 19, 2006 2:24 p. m., Blogger adahara said...

¡Qué cobarde soy! mira q huir despavorida....
:)

 
At abril 19, 2006 4:40 p. m., Blogger Harapos said...

Sí, pusiste pies en polvorosa, que era lo que a mí me hubiera gustado hacer. Maldita silla...

 
At abril 19, 2006 8:51 p. m., Anonymous Anónimo said...

Pues claro, no os ibais a quedar para amortiguarme el golpe a costa de abriros la cabeza... No sé si me sorprende más que decidiese lanzarme a volar o que me comiese un helado de limón, con lo poco que me gustan :)

 

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