jueves, febrero 26, 2015

Pesadilla por Manuel Esteban

Estamos en la calle, en el paseo marítimo. En ese momento en que empieza a anochecer. Entre busco e fusco. Justo enfrente del estadio de Riazor. Por algún motivo caminamos por la calzada rodeados de gente, pequeñito y yo. Como cuando hay algún evento y se corta el tráfico. Mamá está algo alejada, en la acera, cerca de la balaustrada. Habla divertida con Luz y María. Por algún motivo sé que es Luz porque, a pesar de estar de espaldas lleva un carrito McLaren como el nuestro pero no es el nuestro. Nosotros apenas lo sacamos de casa ya… Mamá nos mira y nos saluda. En seguida vuelve a la conversación con las amigas. De repente pierdo de vista a nené. Es un segundo. Me produce un escalofrío pero pienso: “enseguida lo alcanzaré y me lo llevo con mamá en el colo. Entonces lo veo. Es un autobús rojo, inmenso. Un mercedes de los nuevos. Pasa a mi lado rugiendo. Entonces es cuando me doy cuenta de que no llegaré a agarrar a puspi. Veo cómo el autobús avanza y él corre mirando hacia atrás y riéndose como hace siempre. En dirección al autobús. Cuando quiero mover las piernas no me responden. Me quedo paralizado viendo cómo el autobús le atropella. Sus enormes ruedas le sepultan y pasan por encima de su cuerpecito. Siento el ruido amortiguado que hace su carne al ser aplastada pero, increíblemente, cuando el bus ha pasado de largo (indiferente a lo que ha ocurrido) lo veo desmadejado sobre el asfalto pero con sólo unos rasguños. No lo entiendo. Sé que debería haberlo aplastado, pero estoy tan aliviado que no me importa. Me acerco y me arrodillo ante él. Entonces vuelvo a ver a Mamá en la distancia y sólo pido que no haya sido nada (sigh!). Bajo la vista y le toco. Le empujo. Le hablo. Intento reanimarle. No sirve de nada. No se mueve. No respira. Mamá se gira. Se ha dado cuenta de que pasa algo. Su sonrisa se le congela en la cara y empieza a acercarse. Puspito está frío. Ahora me doy cuenta de que es verdad. Por un segundo creí que era todo un sueño. Me pongo a gritar. Mamá me mira aterrada y empieza a correr. Grito tanto que me duele la garganta… Me despierto empapado en sudor.