jueves, noviembre 20, 2008

GATOS por Harapos


Todos los miembros de la comunidad y yo, vivíamos en un refugio hecho con una estructura de maderas y cuerda, y cubierta de telas, alfombras y colchas viejas. Era alargado y estaba en un claro del bosque, con un camino que transcurría a su lado. Desde dentro la sensacion era la de estar metido en un túnel peludo y blandito.
Al principio del sueño no me daba cuenta, pero todos nosotros éramos a veces humanos, a veces gatos. Aparte de esto, no sucedía nada en particular, el tiempo transcurría tranquilamente, sólo sensaciones agradables mientras tomaba el sol, o largos ratos observando los estampados de las telas de las paredes y techo.
Pero de pronto todo se inundó de una sensación de peligro. Venía un coche por el camino. En realidad era como una lancha zodiac(1) que iba por tierra, con aspecto neumático y sin techo. Venía directo hacia nosotros, y me quedé paralizada de terror. Estos segundos fueron angustiosos, pero cuando llegó justo a mi lado supe lo que hacer. De un salto me dejé caer en uno de los bordes neumáticos del vehículo, lo que me dio el suficiente impulso para pasar volando por encima de él, y caer donde estaban el resto de gatos amigos. El coche-barca siguió su camino, rozando uno de los lados de nuestro hogar, y desapareció con una nube de polvo tras de sí.

Todos volvimos a la entrada de nuestra barraca, al principio nerviosos y serios, pero después de un rato comenzamos a relajarnos. En ese momento teníamos forma humana aunque mi punto de vista era muy cercano al suelo. Me acerqué a un amigo y empecé a quitarle pelusas del jersey y del pelo. Otros empezaron a hacer lo mismo. Alguien me acariciaba la cabeza. Me di cuenta de que ese ritual era el equivalente a los lametones que se dan los gatos unos a otros en ciertos momentos de tranquilidad, y que esta acción nos hacía sentir bien y fortalecía nuestros lazos. Salí al sol y me tumbé de lado dejándome caer de mis cuatro patas. Volvía a ser animal. Entonces pensé que lo mejor sería que todos nos fuésemos de allí porque aunque el peligro había pasado, podía volver. El refugio era frágil, casi lo había tirado con su velocidad. Además, si llovía, seguramente las paredes traspasarían, empapadas, y por cierto, no había visto comida por ningún lado.
Me acerqué al grupo y les comenté que conocía un lugar donde seguro que nos darían de comer porque era el hogar de una humana muy buena con los animales. Tenía miedo de que algunos no quisieran vivir bajo la protección de una persona (2), así que pregunté a cuántos les parecía bien la idea. Contamos 30 cabezas (3). Treinta gatos éramos demasiados para llegar a casa de mi madre (que era donde estaba pensando ir) y que no nos podría alimentar a todos. Estaba tratando de solucionar este problema cuando me desperté.

NOTAS
(1) La serie de televisión que estoy viendo tiene muchas persecuciones por mar sobre barcas y zodiacs.
(2) El último libro que acabé tiene como protagonistas gatos, que se dividen en dos facciones: Los que viven amansados bajo la protección de un humano que les alimenta, y los que se niegan a aceptar esta situación alegando que es una esclavitud o yugo por el que no están dispuestos a pasar, y prefieren vivir de la caza sin depender de nadie.
(3) En el trabajo somos 30 compañeros.